La mayoría de historiadores
creen que la domesticación del maíz se llevó a cabo en los valles de Tehuacán
(Puebla) y Oaxaca, en el denominado Eje Neovolcánico. El antropólogo
norteamericano Richard Stockton MacNeish encontró restos arqueológicos de plantas
de maíz en el Municipio de Coxcatlán en el valle de Tehuacán, que —se estima—
datan de hasta hace diez mil años. En las galerías de las pirámides todavía se
pueden observar pinturas, grabados y esculturas que representan al maíz. Los
olmecas y los mayas cultivaban numerosas variedades de maíz a lo largo de
Mesoamérica y lo preparaban cocinado, molido o procesado a través de la
nixtamalización. Se cree que alrededor del 2500 a.C. comenzó la expansión de
los cultivos a través de gran parte de América. La región desarrolló una red
de comercio basado en los excedentes y las variedades de cultivos de maíz.
Después del contacto europeo con América, a finales del siglo XV y principios
del siglo XVI, los exploradores y comerciantes llevaron maíz en su regreso a
Europa y así fue introducido a otros países de todo el mundo . El maíz se
extendió al resto del mundo, debido a su capacidad de crecer en climas
diversos. Las variedades ricas en azúcar, llamadas maíz dulce se cultivan
generalmente para el consumo humano como granos, mientras que las variedades de
maíz de campo se utilizan para la alimentación animal, la elaboración de
derivados para alimentación humana (harina, masa, aceite y, mediante
fermentación, bebidas alcohólicas como el whisky bourbon) y la obtención de
productos químicos como el almidón.
Zea mays, el maíz, es una gramínea anual originaria y domesticada por los pueblos indígenas en el centro de México[1][2] desde hace unos 10 000 años, e introducida en Europa en el siglo XVII. Los indígenas taínos del Caribe denominaban a esta planta mahís, que significa literalmente ‘lo que sustenta la vida’.[3]Actualmente, es el cereal con el mayor volumen de producción a nivel mundial, superando incluso al trigo y al arroz.
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